architecture MACHINES FOR LIVING presents/ Buenos Aires STRUCTURE

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Arquitectura Sustentable, Arquitectura con Mayúscula

Cuando se habla de sustentabilidad, lo primero que nos viene a la cabeza es el color verde y la naturaleza aplaudiendo fervientemente todo tipo de decisiones bajo dicho lema. La realidad es que en casi todas las culturas contemporáneas estamos fomentando un desarrollo muy poco sostenible en términos racionales. Utilizamos el popularmente aceptado y adorado término “sustentable” para justificar nuestra incapacidad de adaptarnos a nuestro entorno, o lo que es peor aun, nuestra falta de voluntad para hacerlo. Esto lo vemos en la forma en la que nos movemos, construimos o desarrollamos como ciudad. Consideramos un vehículo sustentable al automóvil híbrido, un desarrollo urbano sustentable a urbanizaciones ecológicas y una construcción sustentable a aquella que incorpora paneles solares y recolección de aguas. Claramente entender una propuesta sostenible en estos términos es un error.

La movilidad verdaderamente sustentable es aquella que hace mas eficiente su espacio de ocupación en relación a quien realice la acción, es decir, el peatón o la acción de caminar, es la movilidad mas sostenible. El transporte público, por ejemplo, es uno de los mecanismos de movilidad más eficientes bajo estos términos, el espacio físico ocupado en relación al número de personas es muy bajo.

En cuanto al desarrollo urbano o crecimiento de nuestras ciudades, el termino sustentabilidad es un excelente slogan de marketing para captar adeptos. Se desarrollan urbanizaciones ecológicas con parámetros sostenibles, que corresponden a grandes desarrollos urbanos periféricos o suburbanos donde el concepto americano de casa con jardín propio de mediados del siglo XX sigue primando, estirando aun más los límites de la ciudad. Esto no sólo genera mayor desarrollo de infraestructuras para servicios sino que además extiende más las relaciones dentro de la ciudad, provocando conflictos en la movilidad urbana. La reflexión en cuanto a las ciudades es similar al de la movilidad, mientras más eficiente sea el espacio físico ocupado para la vida, más sostenible será la ciudad. Si además, a nuestro espacio para recreación o entretenimiento lo hacemos más eficiente, es decir, espacio compartido o espacio público, mayores serán los beneficios en términos sostenibles. La extensión del territorio o mancha urbana esta íntimamente ligada a la cantidad de habitantes, es decir a la densidad, siendo el espacio público un factor determinante para una mejor calidad de vida. La relación del Central Park y Manhattan es un claro ejemplo de densidad y espacio publico, y una excelente simbiosis sostenible.

Si hablamos de las ciudades, tenemos que hablar de los edificios, es decir, de la arquitectura. Si para los desarrollos urbanos el término sustentable es un slogan de venta, para las construcciones es el mejor slogan. En prácticamente todas las librerías encontramos ejemplares de Green buildings, eco-architecture, sustainable construction, etc., títulos que no hacen mas que confundir aun mas las verdaderas preocupaciones de los arquitectos. La expresión sustentable ha pasado a ser casi un estilo o un subgénero de la arquitectura, cuando en realidad la función de la arquitectura es la misma a lo largo de la historia y siempre ha llevado implícito el hecho de ser sostenible. Sería como hablar de una arquitectura que sea funcional, formal o técnica como hechos aislados. Que mejor definición sobre el tema que la del maestro portugués Eduardo Souto de Moura:

Es un problema de malos arquitectos. Los malos arquitectos se organizan siempre con temas secundarios. Dicen cosas del tipo: la arquitectura es sociología, es lenguaje, semántica, semiótica. Inventan la arquitectura inteligente -como si el Partenón fuese estúpido- y ahora, lo último es la arquitectura sostenible. Todo eso son complejos de la mala arquitectura. La arquitectura no tiene que ser sostenible. La arquitectura, para ser buena, lleva implícito el ser sostenible. Nunca puede haber una buena arquitectura estúpida. Un edificio en cuyo interior la gente muere de calor, por más elegante que sea será un fracaso. La preocupación por la sostenibilidad delata mediocridad. No se puede aplaudir un edificio porque sea sostenible. Sería como aplaudirlo porque se aguanta.

 Esta genial reflexión intenta volver a enfocar la verdadera preocupación de la arquitectura, aquella planteada por Vitruvio en su tratado romano del siglo I, reafirmando la firmitas (firmeza), utilitas (utilidad) y venustas (belleza), como los principios básicos siendo el equilibrio entre ellos el resultado de la Arquitectura con mayúscula.

El medio en el cual desarrollamos nuestros edificios esta regulado por ordenanzas que buscan incentivar las construcciones desde un enfoque más sostenible, pero nuevamente este enfoque puede resultar superficial. Se exigen paneles solares, recolección de aguas, cubiertas verdes, etc. pero nunca se plantean cuestiones más de fondo y que tienen mas que ver con el sentido común, como una buena orientación de los ambientes, las ventilaciones cruzadas, la importancia de la implantación en los edificios, o incorporar la sombra como recurso de diseño. No hay ninguna norma para este tipo de decisiones. Quizás justamente porque estas decisiones las tomamos nosotros, los arquitectos, profesionales formados y capacitados para tomar las decisiones correctas y lamentablemente no estamos a la altura de las circunstancias. O quizás porque el mercado inmobiliario es quien dicta las decisiones y los profesionales encargados de emitir su opinión nos limitamos a embellecer decisiones preestablecidas. De cualquier forma, somos los arquitectos los verdaderos responsables de la falta de espacios agradables para la vida y consecuentes con su contexto. El ejemplo de la gran torre Santiago en Chile inaugurada en el año 2014 es una buena oportunidad para reflexionar sobre el tema. Corresponde a la torre más alta de Latinoamérica, proyectada por el arquitecto argentino Cesar Pelli del que tanto hemos escuchado hablar y tan orgullosos nos sentimos como argentinos. Una torre de 300 mts. de altura completamente vidriada en su cerramiento. La torre cuenta con certificación Leed Gold, es decir que es considerada un edificio eco-inteligente a pesar de ser completamente vidriado en un contexto donde las temperaturas máximas se acercan a los 40º. El edificio cuenta con muchos accesorios que permiten conseguir este tipo de certificados, quedando las verdaderas reflexiones, es decir, la verdadera inteligencia, relegada a un segundo plano. El problema no corresponde exclusivamente al edificio, sino también y quizás peor, a quienes otorgan este tipo de certificaciones. El destacado arquitecto chileno Alejandro Aravena cita este ejemplo en muchas oportunidades, y a pesar de ser el curador de la próxima bienal de Venecia, a pocos parece preocuparle el tema. Su reflexión sobre el uso riguroso del sentido común para entender la sustentabilidad corresponde a una lección de arquitectura. Los edificios en general responden más al lugar común que al sentido común. La torre vidriada corporativa repetida hasta el hartazgo en un contexto frío o cálido sin ningún tipo de distinción, como si de un sello se tratase donde la inteligencia puesta al servicio de la innovación es nula.

Hablar de sustentabilidad es bueno, y por ende, hablar de sustentabilidad en arquitectura, también. El tema es no dejarnos engañar. Pensar la arquitectura.

 

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Arq. Joaquin Alarcia

photographer FLESH COMMANDER

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